Unión, compromiso y libertad
Dulce resaca en Johannesburgo, ciudad sin ley, símbolo del sida, de la criminalidad, de la miseria del mundo negro. Sudáfrica vuelve a su cruda realidad y deja atrás un largo mes de celebración, de apertura al mundo en libertad, de un Mundial inimaginable cuando hace tres lustros Nelson Mandela asumía el poder. Presionado por la FIFA, enfermo, con casi 92 años y todavía sobrecogido por la muerte de su bisnieto el día de la inauguración, Madiba pudo asistir al emotivo cierre. Saludó, acompañado de su mujer, y jamás perdió la sonrisa. Una imagen que vale un Mundial único, inolvidable, imperecedero e inmutable.
Hubo caos, problemas infinitos de transporte, precios disparados de alojamientos y de vuelos, atracos a punta de pistola, sensación de máxima inseguridad, pero África pudo organizar su primer Mundial. Y salió más que airosa. Cumplió su sueño y el gran reto de Joseph Blatter como presidente de la FIFA y adalid de la globalización del fútbol. Ofreció al planeta unos estadios magníficos, rebosantes de colorido. Al son de las vuvuzelas, trasladó su voz a todos los continentes. Un mes de baile, de algarabía, de fútbol y de España, la selección que ha calado hondo en el corazón de todos y que, gracias a 'La Roja', hasta los más incultos y desfavorecidos ya sitúan en el mapa.
Holandeses al margen, sorprendidos aún por ver a un equipo tan violento como el que conduce Van Marjwik, la inmensa mayoría de aficionados deseaban el triunfo de la Selección. Porque significaba el éxito del fútbol valiente, del toque, del juego hecho arte y alejado de los cánones modernos de la racanería. Igual que los 'tulipanes' implantaron el fútbol total en el 74, los españoles se ganaron al mundo a ritmo de 'tiqui taca', homenaje al fallecido Andrés Montes.Quizá España no llegó a Sudáfrica en su mejor momento, con jugadores como Fernando Torres muy por debajo de su nivel; quizá no hizo sus mejores partidos...Pero es tan superior al resto que conquistó su primer Mundial porque sabía que era un ahora o quizá nunca. Ganó los cuatro duelos a vida o muerte por la mínima, como los italianos en cuanto a resultado pero con una propuesta radicalmente opuesta. Le faltó gol pero le sobró ilusión, deseo, compromiso, hambre de gloria.
Y transmitió una imagen de juventud, de unión, de libertad.Un partido tras otro, sobrecogió ver a vibrar al banquillo español. Desde Navas a Víctor Valdés, todos salían como posesos a celebrar los goles de los titulares. Sin envidias, sin rencores, sin malos rollos, sin un técnico con afán de protagonismo. A Del Bosque lo mantearon por obligación, pero él no quería. Las lágrimas de Iker demostraron que estos privilegiados sienten como personas de a pie. Que también sufren, que sienten y padecen, aunque sea a su manera. Y que el dinero no lo es todo. Su morreo televisado a Sara Carbonero fue el beso de España. Puro desquite, desahogo, deseo irrefrenable.Iniesta marcó el gol de su vida y se lo brindó a Dani Jarque, el amigo fallecido, el jugador del eterno rival catalán que le hizo replantearse su carrera, que le tuvo unos meses deprimidos, meditando si tanto entrenamiento merecía la pena y dándose cuenta de la fina línea que separa la plenitud del vacío existencial. Otro gesto de solidaridad, de amor al prójimo, de sentimiento. Otra imagen que vale un Mundial.La celebración posterior deja también reflexiones.
La imagen de Puyol y Xavi enarbolando la senyera dará pie a un sinfín de comentarios sobre la realidad española, de utilizaciones políticas, de interpretaciones perversas. Me importan un comino sus sentimientos íntimos, si se consideran más catalanes, más españoles o más ciudadanos del mundo, que diría Luis Aragonés, el 'Sabio' que abrió el camino. Se dejaron hasta la última gota de sudor en el campo, dieron un Mundial a España y abrieron de par en par su corazón. ¡Qué más se les puede pedir! Dieron ejemplo de Estado moderno, plural y libre. Por algo es la selección de todos, desde Arguineguín a Tolosa pasando por Albacete y Terrasa. Gracias a todos. Es hora de volver, con la satisfacción del deber cumplido y el título en el petate. De nuevo, al día a día, a los recortes, a la dichosa crisis...Como siempre, el fútbol como válvula de escape.