Excesivo respeto y músculos atenazados en el debut de Uruguay y Francia en este Mundial, en un partido en el que se impusieron las defensas sobre los ataques. 

Los de Domenech dominaron durante casi todo el encuentro, aunque apenas gozaron de ocasiones claras. Tan sólo Govou, en la primera parte, inquietó los dominios de Muslera; aunque, incomprensiblemente, disparó demasiado cruzado cuando estaba sólo en el área pequeña, tras un gran pase de Ribery.

Mención aparte merece Nicolás Anelka, desaparecido durante todo el encuentro y cuya apatía tan sólo alimenta la polémica sobre quién debe ser el delantero titular de los "bleus". El principal candidato a sustituirle -Thierry Henry- parecía casi ya borrado de las apuestas, dado el enfrentamiento que el jugador mantiene con su técnico. Aunque, como rectificar es de sabios, cuando ya se había cumplido la hora de juego, Domenech decidió otorgar un voto de confianza a "Titi". No en vano, buena parte de los pesos pesados del once galo, -entre ellos, el capitán Evra- habían "exigido" en la previa su titularidad.

Así que, mientras los franceses continuaban alimentando sus miserias tirando a la basura los primeros sesenta minutos, los de Óscar Tabárez entregaban su suerte a una máxima: defender como bellacos y tirar de contragolpe. Aunque la jugada les salió rana, ya que tan sólo Forlán -cuando todavía ninguno de los dos equipos se habían acostumbrado al sonido de las vuvuzelas- inquietó la portería de Lloris. Una máxima defensiva, que al final se convertiría en obligación, dada la expulsión de Lodeiro por doble amarilla a sólo diez minutos del final.

Y lo cierto es que es una verdadera pena, porque los uruguayos cuentan con una de las mejores delanteras de este Mundial: el propio Forlán, quien disfrutó de un espectacular fin de temporada con el Atlético, y Luis Suárez, máximo goleador de la Liga holandesa en la última campaña con el Ajax.

Pero entre tanto nervio, mejor dejar las tácticas ofensivas para el segundo encuentro.