Rojo pasión
España levanta pasiones por donde va. El fútbol de la selección seduce y eso se nota estos días en las calles de toda España. ¡Qué alegría!. La gente sale con los colores de su bandera, la de todos. Unos colores exhibidos sin complejos y con orgullo, dejando atrás la comunidad autónoma de la que se provenga. ¡Ya era hora después de tantos años!. Y es que esta generación de deportistas españoles ha hecho historia, no sólo por lo que ha logrado y puede lograr dentro del campo sino por lo que ha conseguido fuera de él. Todo el país es un sentimiento y el acontecimiento supera lo ocurrido en el terreno de juego.
La indiferencia con la que se vivía la selección ha cambiado. El equipo de Del Bosque recupera el valor de unidad y hace que todas las ciudades del país se vuelquen con el equipo nacional. Este domingo habrá miles de pantallas gigantes en todos los rincones para seguir el encuentro más importante en la historia de La Roja, hasta en las calles del País Vasco y Cataluña, al final la cordura siempre se impone, se vivirá esta pasión. Noventa años y 19 Mundiales después un equipo ha unido al país sin importar que el jugador que toque el balón sea catalán, vasco, canario, asturiano, manchego o madrileño. La selección ha metido una goleada en este sentido y se valorará con el tiempo.
Nada ni nadie borrará estos momentos de júbilo. Ni siquiera aquellos que afirman no sentirse identificados con este equipo ya que se estrellan ante un muro de sentimientos históricamente reprimidos. La dignidad con la que estos jugadores representan esta castigada nación no sabe de fronteras artificiales ni de viejas historias que poco o nada tienen que ver con la realidad. Admiro esta lección educativa, de fraternidad y respeto que ha dado el fútbol. No obstante siempre existirán los aguafiestas de turno que reniegan de ver encuentros de la selección y que portan atuendos de los rivales sin importar el país que sea. Aquellos que mantienen esa penosa pérdida de identidad. El caso es joder.
Por suerte son una minoría y no molestan en exceso porque sus tonterías se pierden entre los gritos y alegría de los que quieren ver a su selección como campeona del mundo. Ante los que vibran con las paradas de Casillas, los goles de Villa, los pases de Xabi Alonso, los toques de Xavi Hernández, los regates de Iniesta o los desbordes de Pedrito, Navas y Silva. Los paletos que sigan con sus paletadas de ir contracorriente como siempre han hecho. Los adoctrinados en la mentira y el fanatismo no están invitados a esta fiesta. El que no quiera ver a España puede optar por las miles de alternativas que existen: teatro, cine y demás ofertas de ocio. Si además le molesta que gane puede irse a llorar a casa, pero que deje celebrar tranquilamente este hito histórico del deporte español. El domingo todo el país vibrará con un equipo que domina como nadie el juego glamuroso y mezcla estética con efectividad. Un conjunto que engancha seas de donde seas. Un grupo que ojalá pueda levantar la Copa del Mundo para ser recordados por siempre. Qué Dios conserve vuestro talento.