El enorme partido de Villa, las supersticiones de Casillas, los intocables Xabi Alonso y Busquets, el desconsuelo de Xavi al ser sustituido por Cesc, pero sobre todo, la primera victoria de España en el Mundial dejó la imagen del jugador-franquicia del accidente. Piqué realiza una ofrenda de sangre por partido.

Portero. Supersticioso hasta la exasperación, Casillas decidió mudarse la piel. Ni barba ni guantes de repetición ni su atuendo habitual. Jugó de verde Arconada, sin vello facial y con manoplas nuevas. El sortilegio funcionó para el portero, que tuvo poco trabajo en la primera parte, pero lo arregló con prestancia. Honduras le exigió, sobre todo, jugar adelantado. Triunfó con los pies frente a un par de internadas de Suazo por la izquierda.

Defensa. Los cuatro de costumbre (Ramos, Piqué, Puyol y Capdevila) vivieron el primer tiempo al cruce del hondureño. Con tanta posesión española y los enemigos a la contra, Piqué y Puyol, sobre todo, anduvieron rápidos en la anticipación. Ramos volvió a mostrar que a su alto voltaje competitivo le falta sutileza cuando de atacar hablamos. Estuvo más presente en el área hondureña que en la española.

Piqué, con sus heridas de guerra del primer partido en la sien, se llevó un balonazo en la flor que nos hizo daño a todos. El defensa del Barça protagonizó la imagen del partido. En la segunda parte otra suela adversaria le golpeó la cara, como contra Suiza en el gol, y el resultado fue un parte con contrarios. Atendido en la banda, escupiendo sangre por la boca, terminó el encuentro con un apósito en el labio que le confería un aspecto de jugador de otra época.

Centro del campo. El traje con Navas, Busquets, Xabi Alonso y Xavi no propició el tiqui-taca de costumbre. Xavi se siente más cómodo con Iniesta, Cesc Fábregas o Silva para tocar y mover, tirar paredes y entrar hasta la portería. Navas tuvo todos los balones del mundo para inventar por su banda, y lo hizo con suerte desigual. Perdió muchos, pero también dio. Le hicieron el penalti que falló Villa.

Busquets y Xabi Alonso, cumplidores y solventes ambos, dan la sensación de ocupar el mismo terreno en muchas ocasiones. El azulgrana se asienta como hombre-boya y pone en un brete al clamor que lo aparca en el banquillo. Fue llamativo el cambio de Vicente del Bosque. Metió a Cesc y quitó a Xavi, dejando en el campo a los intocables Alonso y Busquets.

Ataque. David Villa fue el epicentro del partido desde el flanco de Iniesta. Le dio la noche a Mendoza, el guardián de la banda derecha de los hondureños. Incisivo y determinado a protagonizar el ataque español, el asturiano dibujó un partido excelente. Rápido, hábil y ambicioso, chutó al larguero (minuto 6), fabricó el primero en fabulosa jugada individual (m. 17), marcó el segundo con un golpe de fortuna (m. 56) y, en su monólogo, tiró fuera un penalti. Paradoja. Lo que casi nunca falla.

Su pareja de baile, Fernando Torres, compareció fuera de concurso. Luchó como un jabato y dio la cara, pero sin ningún acierto.