Todo el mundo se jugaba el bigote en el Ellis Park. Desde los jugadores hasta el seleccionador. Aunque la crítica no fue excesivamente dura con Del Bosque en el primer revés, el seleccionador estaba obligado a redimirse con el resto del grupo. El análisis de Luis Aragonés, el técnico que llevó a España hasta el éxito en la Eurocopa, en un canal de televisión sólo sirvieron para erosionar el terrón de azúcar del Mundial.

No fue una semana tranquila para Vicente. La derrota ante Suiza le quitó el sueño. Un cuadro de ansiedad que aumentó de volumen cuando vio repetido el encuentro en el video acompañado por sus colaboradores. «No me considero maltratado. La crítica ha sido condescendiente», dijo en público. El cuerpo técnico no pudo reprochar nada a los jugadores en los conceptos básicos. Sólo faltó puntería. Por lo tanto le tocaba mover ficha con mucha delicadeza para no estropear el mosaico construido con fichas de dominó.

Un leve retoque podría poner en marcha la cadena de la destrucción total. Fue tan pulcro como práctico. Torres y Navas. Galones y juventud. Experiencia y osadía. Gol y velocidad sin tocar los principios básicos del equipo. Asociación y movilidad sin perder la identidad. Jugada de riesgo porque todos los focos apuntaban a su frente. España salió a mandar. Así lo recordaba el capitán en la piña posterior al calentamiento. «Tenemos que ser nosotros mismos». Equipo, estilo, corazón, actitud.

El partido salió para el lucimiento de España. Tardó el equipo en ajustar las modificaciones y Del Bosque tuvo que dar un toque a Fernando Torres para que echase una mano en la salida del balón del rival. Tuvo trabajo el seleccionador desde la zona técnica. La estrechez en el marcador obligó a un ejercicio de motivación. La selección abrió el campo y la apuesta por Navas resolvió uno de los problemas del primer partido. Se rompió el embudo. Menos toque y más transición.

Sin la mejor versión

No existió ruleta rusa. Lo impidió el sentido común. Y el fútbol de clase. Sin la mejor versión se alejaron los fantasmas del fracaso, se recupera crédito y se abre la puerta de los octavos de final. Vale con ganar a Chile para estar en la siguiente. No hubo goleada. Todo quedó en un carrusel de ocasiones. Muchas para echarse las manos a la cabeza. El penalti de David Villa, entre ellas.