Un solo gol en contra, tres a favor, pero ninguno conseguido por sus delanteros, sino por sus centrocampistas. No les gusta a nadie, son soporíferos, aburridos y han tenido suerte. Eso sí, los jugadores de Paraguay defienden como leones porque, según dicen ellos mismos, llevan en los genes la defensa y el contragolpe.

Lo curioso es que hicieron una fase de clasificación para el Mundial más que brillante, quedando segundos y realizando un fútbol entretenido, desde luego mucho más ofensivo que en Sudáfrica. No obstante, fue llegar al Mundial y todos dieron, no un paso, sino cinco atrás. Ha sido y es el equipo más defensivo del torneo. Martino, el entrenador que les manda desde hace tres años, alardea de jugar con tres delanteros, pero es engañoso. Si pone tres delanteros, los tres centrocampistas que coloca detrás son superdefensivos, aunque no suele jugar con tres, sino con dos. Generalmente, es una trampa porque los dos extremos son centrocampistas y con no mucha proyección ofensiva.

Fútbol rácano en Sudáfrica

En el Mundial, los paraguayos han firmado una fase previa muy conservadora. Empataron a uno con Italia, su maestra, mostrándoles que han conseguido superarla en concepción defensiva, en cierre de puertas y en rentabilidad a esa concepción arcana del fútbol. Incluso pudieron ganar el encuentro, pero se rajaron en el momento decisivo. Ahí recibieron el único gol en contra que han encajado, en un clamoroso fallo de su portero, Justo Villar, que ayer cumplió 33 años. Luego, nada, el portero del Valladolid ha cerrado su puerta a cal y canto.

En el segundo partido fue cuando mejor jugaron, pues ganaron dos a cero a Eslovaquia. Ahí parecieron algo más atrevidos, pero sin exagerar. En ese partido encaminaron su sendero hacia los octavos de final y lo rubricaron con un empate a cero con Nueva Zelanda, en una nueva demostración de falta juego ofensivo.

En cuartos, ante Japón, tampoco lograron nada del otro mundo. Un nuevo empate e incluso los orientales fueron superiores en muchas facetas del partido. No obstante, de nuevo el gran sistema defensivo les salvó para llegar a los penaltis donde consiguieron el pasaporte para enfrentarse a España. A los de Del Bosque les espera un partido parecido al de Suiza pues los mismos paraguayos ya lo están anunciando: «Ellos van a proponer y nosotros iremos a destruir todo lo que ellos hagan. Nosotros somos solidaridad, colectivo y sacrificio», dice su capitán. El problema para los paraguayos es que, aunque no lo digan, empieza a notarse en sus rostros esa satisfacción del deber cumplido habiendo llegado tan lejos. Y eso suele ser mortal de necesidad.